Para lograr una mejor comprensión de la obra de Artemisia es necesario un breve repaso por la vida de la artista.
Artemisia Gentileschi fue hija del pintor romano Orazio Gentileschi, con quien empezó sus estudios y obras a edad muy temprana. Su padre deseoso del perfeccionamiento de su hija en el arte de la perspectiva, contrató a un amigo suyo Agostino Tassi, para que le brindara clases. La relación que tuvo Artemisia con Tassi fue muy complicada y terminó mal, en un proceso judicial por violación. El hecho de que su nombre estuviera en boca de todos, en un asunto tan desagradable, tuvo consecuencias muy dramáticas en su vida.
Este hecho dejó a Artemisia sola con su talento. Empezó su carrera sin dejarse aplastar por los acontecimientos, siendo hoy considerada “la primera mujer en la historia que contribuyó de manera eficaz a la pintura de su tiempo”. Han llegado a nosotros una serie de obras donde prevalece la figura femenina enorme, grandiosa y fuerte, pero además de esta reinterpretación de la mujer representada, Artemisia aportó también nuevas lecturas de temas bíblicos y mitológicos. Fue una mujer de “negocios” consciente de la problemática de una pintora en un ámbito dominado por los hombres. Ella aprovechó las fisuras que ellos dejaban y supo especializarse en temas de más fácil acceso, como la copia del desnudo femenino trabajo que le significó “un gran rompimiento di testa”.
La pintora italiana, Artemisia Gentileschi (1593-1652), orgullosa de su pintura y ambiciosa de fama, pretendía ser, y lo fue, independiente y autosuficiente. Su fuerte carácter, imprescindible en el ambiente artístico en el que se desenvolvía, se traduce en sus lienzos.
-Reseña escrita por Celia García, Historiadora del arte, para mi obra de danza «ROMPER. CREAR. El arte de ser mujer»–
Por aquel entonces la mujer estaba destinada a ser analfabeta y a servir a su marido. La ventaja de estar emparentada con un artista, le abre a Artemisia la posibilidad de poder dedicarse a un oficio que por entonces era terreno de los hombres. La mujer no podía acceder a estudios de modelos desnudos ni de perspectiva, por lo que quedaba relegada a la representación de géneros menores. En este contexto, la artista decide involucrarse en un mundo masculino donde es víctima de una violación y un juicio que marcaran su vida y su obra. La pintura le dio la posibilidad de representar esto en algún sentido y, sobre todo, de expresar sentimientos y sensaciones ligados a ello.
Susana y los viejos.
En resumidas cuentas la historia narrada en el libro de Daniel trata de una mujer que es acosada por dos ancianos que intentan manipularla para obtener favores sexuales. Mienten ante la ley y casi le cuesta la vida a Susana por lascivia. Finalmente se descubre la verdad y los que son ejecutados son los dos viejos descarados, infames, abusadores, mentirosos.
Esta historia me parece de lo más denigrante, no solo el relato en sí, sino la representación que hombres a lo largo de la historia del arte deciden perpetuar sobre un caso de abuso. He aquí algunos ejemplos:



En los tres casos, pareciera que Susana es impoluta a la situación, su reacción ante la mirada sexualizada de los ancianos es pasiva, indiferente, neutral, estática. Representan al cuerpo femenino como un artilugio digno de admirar. La protagonista parece más musa que víctima. Rubens, Tintoretto, Guercino y unos cuantos más colocan en un espacio de complicidad pasiva al espectador. Veamos la obra de Artemisia.

Por el contrario, Artemisia presenta a una Susana aterrada, avergonzada, dinámica, molesta, angustiada. El fondo bucólico de sus coetáneos desaparece para acercarnos más la expresión de una joven desnuda que busca escapar de la composición y, ante todo, de las ofensas de dos pervertidos. Pareciera una especie de catarsis pictórica, aunque los datos precisos de si su realización fue anterior o posterior a su violación no son certeros. A simple vista, la fuerza de su Susana y los viejos reside en la transmisión del sentimiento de angustia de la protagonista. El espectador reacciona con inquietud a esta presentación del tema y su lugar como observador es de incomodidad. Son la actitud de Susana, su situación, su estado interior, los que dominan la atmósfera. La identificación del observador con ella es inevitable.
Existe un núcleo temático dentro de la obra de Artemisia dedicado a la representación de caracteres femeninos heroicos. En sus cuadros realiza una verdadera revitalización de la tradición de las mujeres, contribuyendo a la creación de una mitología que nos atreveremos a llamar feminista, por su significación sorprendentemente moderna. Las interpretaciones de Artemisia de los temas heroicos no son sólo versiones más realistas de los temas, sino que suponen la reivindicación de una imagen de la mujer fuerte, inteligente y capaz de realizar acciones heroicas de repercusión histórica, en el ámbito público y político.
Hay dos situaciones que me parecen relevantes, por un lado, la mirada del hombre que erotiza a la mujer y por el otro el “olvido” de la mujer como productora en la Historia del Arte. Creo que Artemisia es una pintora magnífica, una privilegiada con el talento suficiente para poder trascender en el tiempo. Ella fue la primera mujer en ser catalogada y en haber aportado un registro de obras suficientemente arduo como para poder ser estudiada.
La participación “pasiva” de la mujer en la historia ha materializado un mundo armonioso en donde existe un sujeto absoluto y lo otro. Esa otredad que acepta como rol ha permitido que el más fuerte subordine al más débil, transformando a la mujer en lo inesencial frente a lo esencial. La mujer, ante ojos hedonistas, es siempre objeto nunca sujeto.
Entonces el cuestionamiento sería ¿Cómo las mujeres podemos escribir nuestra propia historia en primera persona sin ser objetos del placer de una sociedad que milenariamente consume casos de violencia con total naturalidad y morbosidad?