Wikipedia anda diciendo: «El término pegging se refiere a la práctica sexual en la que una mujer penetra analmente a un hombre empleando una prótesis que usualmente va sujeta en el pubis por medio de un arnés de cintura. Esta práctica también puede implicar la estimulación de los genitales masculinos.»
Si bien nunca he tenido el placer de la experiencia puedo compartir como conocer esta posibilidad me abrió la mente. Muchas creencias limitantes y obstáculos del placer vienen de ideas y concepciones de como debería ser la sexualidad. Y simplemente me pregunté ¿Por qué una mujer no podría penetrar a un hombre? Suelen aparacer comentarios distorsionados de perversión, represión, asco, rechazo y la defensa del macho alfa. No digo que todo el mundo tenga que experimentarlo ni explorarlo si no le seduce la idea, pero incorporarlo mentalmente como una posibilidad ya es una gran apertura.
El patriarcado se aloja en el ano de los hombres. Lo primero que defienden a morir es literalmente su culo. Que nada les haga pasar como un maricón que entrega la declaración de su hombría. Un macho no se deja tocar el culo. Lo cierto es que el punto G de los hombres se aloja en el ano.
Un libro random de kamasutra que compré en un viaje de renacimiento personal dice sobre el tema:
Los hombres también tienen punto G
Es verdad, ellos podrían disfrutar de una parte de su cuerpo equivalente a nuestro punto G, la glándula prostática, aunque no se suele estimular por el lugar en el que está (porque está escondido y porque ellos no se suelen dejar tocar ahí).
Esta glándula no está a la vista, y para muchos de nuestros compañeros nunca existirá porque no se dejarán tocar su punto G. Para acceder a él hay que introducir un dedo en su ano hasta 5 cm y presionar hacia delante (hacia su pene) un pequeño abultamiento que se debe notar a esa altura.
Quienes lo han probado no dudan en repetir, pero puede que tu pareja no quiera descubrir a este punto por miedo a quedar como un «maricón». Todavía nos quedan estos tabúes, pero si tu pareja accede, acuérdate cortarte las uñas, utiliza un preservativo u otra cosa para lubricar la zona y evitar hacerle daño.
Mientras ellos se mueren por marcar territorio en nuestra ruta trasera, nosotras ¿por qué no podríamos tener ese rol dominante también? Sabiendo que probablemente sea más placentero para ellos por su punto G ¿por qué la negación es tan grande? Se mueren por tener sexo anal con una mujer y alardear ese rol activo, pero pensarlo a la inversa es totalmente excluyente, irracional, antinatural, pervertido.
Abrirse a la posibilidad de expandir el placer es de hombres. La entrega, la vulnerabilidad, el gemido, el goce explícito, recibir y el rol pasivo también es de hombres. Por eso, si te intriga esta posibilidad, acompañar a tu pareja a que se anime a quitarse ideas preconcebidas, paradigmas sociales y represiones sexuales es parte del camino de la deconstrucción de a dos. Estar disponibles a que la sexualidad se construye, a que todas las personas somos diferentes con gustos diferentes, a explorarse y proponer es un camino de ida. En el sexo nada está escrito y eso es lo más divertido de la cuestión.
Las mujeres podemos penetrar a los hombres. Se compran cinturones o «cinturongas» en sex shops. Tener un rol dominante no debería causar rechazo, que cada quien elija como, el pegging es una opción. Que se haga la magia.
Dejo contenido que aborda el tema para darle visibilidad y sacarle el tabú a esta práctica de FemDom.