GAMBITO DE DAMA

Me gusta recomendar series al alcance, en este caso de Netflix, para consumir contenido que siga reprogramándonos como sociedad. La sugerencia de este post es la serie «Gambito de dama» y la traigo por varios motivos. No solo la música y la calidad de los personajes que nos sitúan en los ’60 son dignos de mencionar, sino también todo el entramado con trae con ella. Y como mi búsqueda ante todo es cuestionar el pasado para crear nuevas bases en el presente y el futuro, vamos por ello.

A grandes rasgos, y sin ánimo de spoiler, la serie trata de una mujer que tras una infancia difícil -nuevamente protagonistas huérfanas y con un vínculo complejo con la figura materna- logra trascender en el universo ultra masculino de los campeonatos de ajedrez.

Recuerdo cuando era niña haber jugado al ajedrez y a las damas, y recuerdo haber notado que el juego atribuido por naturaleza a las mujeres desde su creación, las Damas, me pareció aburrido en comparación al ajedrez. Son juegos muy remotos, se sugieren inicios medievales y, en aquel entonces, también separados por género. Lo cierto es que los hombres le restaban importancia a este juego porque su fuerte era el ajedrez. Si nos ponemos a investigar parece que también hay diseños de jugadas posibles para las damas, pero mi recuerdo de la infancia es que era un juego fácil. El ajedrez, en cambio, me invitaba al despliegue de la inteligencia, la estrategia, la táctica y dones de paciencia que, estimo, siempre se atribuyeron al género masculino. Lo cierto es que las damas nunca me divirtieron, no así las pocas veces que en aquel entonces jugué al ajedrez.

No es un invento moderno afirmar que la inteligencia de la mujer siempre fue subestimada. Recuerdo con dolor cuando leí por primera vez que Degas, probablemente lo recuerdes como el pintor de bailarinas, mencionaba que el cráneo de su escultura famosa «La pequeña bailarina de 14 años» lo había realizado teniendo en cuenta el subdesarrollo de la inteligencia de la mujer y, por ende, con la estructura de un homínido anterior al Homo sapiens. Que peligroso es sostener a «genios» de una manera superficial sin entender que lo que se sostiene son estructuras de pensamiento y acción mucho más profundas que la grandeza de su arte. Afirmar que la mujer es menos inteligente que el hombre por naturaleza no es una opción para mí, y sostener la historia que sigue poniéndonos en desventaja tampoco. Eso no pone a Degas en la lista negra, en mi criterio, solo le quita grandiosidad a su labor artístico. Y es por esto que me interesa que cada vez hayan más producciones audiovisuales súper consumidas, que nos den el protagonismo que históricamente se nos anuló.

Con el criterio milenario de subestimación a nuestro género, la protagonista Beth Harmon se inserta en un mundo privatizado por los hombres. Lo que me parece loco es estar cuestionándonos si existieron mujeres ajedrecistas o porqué siempre fue un mundo dominado por hombres como tantos otros. Siempre menciono que mi despertar feminista se gestó cuando una profesora nos invitó a cuestionarnos de la mano de la teórica feminista Linda Nochlin: «¿Por qué no han existido grandes artistas mujeres?» Hasta ese entonces ni siquiera me lo había cuestionado, simplemente asumía que durante siglos no existieron. Como nadie me los enseñó academicamente y la información siempre estuvo dominada por quienes contaron la historia, simplemente dí por asumida la «realidad» y la gran ausencia de las mujeres en la gran mayoría de las áreas de la vida o la existencia de locas excepciones. Porque siempre hemos sido una excepción. Y Beth Harmon también lo es. ¿Será por qué no es normal o natural que una mujer se interese por el ajedrez? ¿Por qué no somos capaces? ¿Por qué a la mujer debía interesarle solo la vida doméstica?¿Por qué los hombres cantaron primero? Siempre como mujeres hemos tenido que «ganar espacio» y es estresante. Y que sigamos considerando esta realidad como excepciones sigue mostrando una historia reprimida, negada, silenciada. No se nos omite de la historia por un olvido, esto delata el sexismo y la perpetuación de la jerarquización de género.

Beth es la única mujer que ha jugado ajedrez contra hombres y ademas que les ha ganado. Poner énfasis en ello, inconscientemente hablando, nos da la satisfacción de reconocernos en personajes femeninos que trascienden, pero también el seguir segregando, digo, «una mujer gana», ¿no nos pone todo el tiempo en este espacio de excepción? ¿Por qué una mujer no podría ganar lo que se le cante en esta vida? Y ahí es donde creo que están las capas de vieja programación que tienen que caer. Cuando no sea novedad o una excepción que una mujer haga, diga, sienta y piense en cualquier contexto será la verdadera trascendencia. Mientras tanto, que siga siendo relevante llegar a donde llegó Beth por ser mujer solo desempolva años de lucha por la igualdad de género.

Por mi parte, amo recuperar a mujeres del pasado que han sido silenciadas por la historia, con lo que implica la violencia de la censura. Al comienzo me sorprendía que hubieran artistas, cacicas, empresarias, matemáticas, filósofas, feministas y lo que sea, en determinadas épocas. Digo ¿Por qué no? Hoy simplemente ni me lo cuestiono ni me sorprende. Rescatarlas es un daño más del patriarcado y su misógina exterminación de la presencia de la mujer en todas las áreas de la vida que no sea la maternidad y el hogar. Esta mini serie nos invita a vivir la experiencia de una mujer que alcanza toda la popularidad y gloria en vida incluso siendo mujer, que tampoco es un dato menor en la misma serie. Y ponerse a investigar acerca del rubro arroja nombres de mujeres ajedrecistas importantes tales como Judith Polgar, Maya Chiburdanidze, Susan Polgar, Xie Jun y Vera Menchik. Mujeres reales.

Dice Nochlin: «En un momento en que todas las disciplinas adquieren más consciencia de sí mismas y de la naturaleza de sus suposiciones, tal y como se manifiestan en los lenguajes mismos y en las estructuras de los diversos campos académicos, la aceptación sin crítica de «lo que es» como «natural» puede resultar intelectualmente fatal. De la misma manera en que Mill consideró la dominación masculina como una larga serie de injusticias sociales que debían ser superadas si hubiese de crearse un orden social realmente justo, podemos considerar la tácita dominación de la subjetividad del hombre blanco como una en una serie de distorsiones intelectuales que deben ser corregidas para lograr alcanzar una visión más adecuada y precisa de las situaciones históricas»

De momento, a raíz del boom de «Gambito de dama» ha incrementado la inscripción de mujeres en torneos de ajedrez. Antes no. ¿Por qué antes las mujeres no se animaban a ingresar a ese mundo? Nunca subestimemos el reconocernos con determinados personajes, sean históricos, reales, de ficción, vivos o muertos. Porque todo crea realidad y aporta en la deconstrucción de un sistema obsoleto y patriarcal. ¿Cómo se puede construir desde el presente un sistema igualitario de manera creciente? Esta opción de contenido que aporte justamente a la búsqueda real de la igualdad para continuar quitando capas y años de invisibilidad es una propuesta que nos sigue invitando a la reflexión del lugar que ocupamos las mujeres en la actualidad. Hasta que dejemos de ser una excepción a la regla.

Vamos por ello.

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